Descripción.
El jabalí es muy parecido al cerdo doméstico. Su
cabeza es alargada y más o menos cónica, y termina en una especie de callo
plano. Los ojos son sumamente pequeños y densamente negros. El cuerpo es macizo
y robusto, con las patas bastante cortas pero muy fuertes. Las traseras son
ligeramente más bajas que las delanteras. El pie está provisto de dos
dedos con pezuña, así como de dos rudimentos traseros más elevados. Su huella
es muy característica. El pelaje está compuesto por cerdas largas y ásperas y
una densa lana inferior. Su coloración es de gris oscura a negra. Los caninos
inferiores del macho están transformados en estructuras de defensa, son largos
y cortantes, mientras que los superiores están curvados hacia arriba y son
conocidos como amoladeras.
Macho de jabalí.
Los machos pueden llegar a pesar 150kg, pero lo
normal oscila entre 90 y 100kg. Las hembras son más pequeñas y su hocico es más
prolongado y sus colmillos menos desarrollados.
Las crías o jabatos nacen con unas características
rayas longitudinales a lo largo del cuerpo, lo que les ha dado el nombre de
rayones. Éstas desaparecen a lo largo de los primeros meses de vida pasando del
rojo bermejo al año de edad y al marrón o negro en los ejemplares adultos.
Hábitat y alimentación.
El jabalí gusta de terrenos con matorrales,
marismas, bosque mediterráneo, bosques de coníferas,.., aunque teniendo un
mínimo de cobertura vegetal y alimento puede vivir en cualquier tipo de
hábitat. Está presente en toda la Península Ibérica, siendo más abundante en el
centro, el norte de Andalucía y Cataluña. Durante el día es normalmente
sedentario, pero durante la noche puede recorrer distancias de hasta 15 km. Se alimentan de todo, son omnívoros: frutos
(bellotas,castañas) raíces, carroña, lombrices,..
Celo, gestación y cría.
Durante el período de celo, de noviembre a enero,
el jabalí macho busca hembras receptivas de un modo tan activo que a veces llega
a olvidarse de su propia alimentación. En cuanto encuentra una piara, comienza
expulsando a los jóvenes del año anterior. En caso necesario, lucha contra sus
rivales para conquistar a las jabalinas, generalmente dos o tres, pero en
ocasiones pueden ser bastantes más.
La gestación suele durar tres meses, tres semanas y
tres días. Poco antes del parto, generalmente sincronizado en las hembras de un
mismo grupo, cada hembra gestante se aísla al abrigo de un árbol o de un
matorral tupido y prepara una cama en forma de caldera, a veces tapizada de
vegetales, llamada nido.
Una joven jabalina da a luz a tres o cuatro
jabatos. Mientras que una de mayor edad y tamaño puede llegar a tener hasta
seis crías frágiles casi imberbes. Las crías nacen con un peso de entre 600
gramos y 1 kilo. Son destetados a los 3 meses.
Otros
datos de interés.
La cuantía de los daños a
la agricultura hace necesarias medidas de control poblacional más eficaces que
el incremento en la presión cinegética, medidas que pasan también por la
protección de los cultivos más sensibles mediante cercas eléctricas o
mecanismos similares.
El incremento de la población de jabalí parece relacionarse con el sustancial abandono del campo por parte de la población rural y la reducción de tierras de labor que ello conlleva, transformadas paulatinamente en áreas de matorral utilizables por la especie. A dicho incremento contribuye sin duda la extraordinaria tasa reproductiva del animal y la escasez de predadores naturales.
Especialmente evidentes son las huellas de su
actividad excavadora, hozaduras, en prados, pastizales o cultivos y las señales
en los charcos a donde acude a desparasitarse, restregándose en el barro.
Jabalí rascándose en tronco de encinas.
Jabalí tras un baño en una charca.
Situación
en el oeste de la provincia
El jabalí ha sido un animal frecuente en las zonas
serranas desde hace mucho tiempo, mientras que en las áreas alejadas de la
sierra era un animal mucho menos habitual, hasta que hace unos 15 – 20 años
comenzó una amplia dispersión consiguiendo que actualmente sea unos de los
mamíferos más frecuentes en nuestra tierra. Se puede observar en las dehesas,
zonas de matorral, cruzando carreteras en las cuales puede ocasionar algún que
otro susto y en charcas o lagunas en las cuales disfruta dánsose sus habituales
baños, acudiendo posteriormente a refregarse a troncos de árboles en los cuales
se observan muy habitualmente sus rastros.
Podéis ver este artículo además de otros en el número 2 de la revista Osnatur.
http://issuu.com/aosnatoestesalmantinonatural/docs/osnatur_n__2
http://issuu.com/aosnatoestesalmantinonatural/docs/osnatur_n__2
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