Despúes de saber que un macho de lobo
adulto, ha sido abatido en nuestra zona de trabajo, difusión y “campeo” que
además desde la Asociación conocemos bastante bien, nos apetecía dejaros este
artículo, el cual salió publicado en la Revista OSNATUR Nº 5.
Desde la Junta han dado los datos, el
ejemplar, un macho adulto, ha sido abatido por miembros de la patrulla del
lobo, debido a varios ataques que habían tenido lugar en la zona y a las
presiones por parte de agrupaciones como ASAJA que ya han comentado en
numerosas ocasiones su total oposición a la existencia del Lobo Ibérico
campando a sus anchas por el Oeste Ibérico.
Actualmente en Salamanca se tiene
constancia de unas 5 o 6 manadas.
Ilustración de Lobo ibérico, por Victoria Romo.
Historia
El lobo ibérico (Canis lupus signatus)
es una de las 32 subespecies de Canis lupus que existen en el mundo. Su
distribución por toda la Península Ibérica fue reducida desde principios del
siglo XIX debido a la persecución y caza indiscriminada, como consecuencia de
la ley aprobada por el Príncipe de Asturias en la que se permitía la caza entre
marzo y diciembre de 1816, recompensando con 160 reales a quien matara a un
lobo adulto y 32 reales por un cachorro. Esta política continuó con la “Ley de
alimañas” de 1953, que trataba al lobo como una plaga considerándolo dañino.
Fue en 1966 cuando el Estado Español se planteó la necesidad de conservar
determinadas comarcas caracterizadas por poseer valores agrestes y cinegéticos
sobresalientes, creándose la Ley 37/1966 por la que se establecían 23 Reservas
Nacionales de Caza (1). Esta ley nacía con una filosofía conservacionista,
supeditando la caza a la conservación. Pero fue a principios de los setenta
cuando el trato hacia el lobo cambió, con la Ley 2/1973, que constituía 13
nuevas Reservas Nacionales de Caza entre las que se incluía la “Sierra de la
Culebra”, donde se convertía en el taxón más valioso de la Reserva.
Conservación
al sur del Duero
Quizá la legislación más conocida sobre
la conservación del lobo sea la Directiva 92/43/CEE o Directiva de Hábitats,
que considera al lobo una especie a proteger al sur del Duero, debido a las
pocas poblaciones presentes en dicho territorio como consecuencia de la caza,
la presión ambiental por destrucción de su hábitat, fragmentación de su
territorio y falta de recursos naturales.
Plan
de Conservación y Gestión del Lobo en Castilla y León
El “Plan de Conservación y Gestión del
Lobo en Castilla y León” contempla la realización de censos regionales del lobo
cada diez años (el último se realizó entre 2012 y 2013), con el fin de
determinar el estado y evolución de las poblaciones de lobos en la región y sus
problemas de conservación y gestión.
Sus objetivos son: determinar la
distribución de la población reproductora, conocer la localización de las
manadas, deducir la evolución de la población entre el último estudio y el
actual y estimar el tamaño aproximado de la población.
Recogida
de datos
Previamente a la realización del
estudio, se recogen los datos obtenidos por agentes forestales, celadores de
caza y presidentes de cotos de caza menor y mayor de cada provincia. En estos
datos se informa sobre la presencia a través de avistamientos y foto-trampeo,
reproducción, mortalidad de lobos, daños al ganado, presencia y daños de perros
y sobre otros problemas de conservación y gestión. A éstos datos se les añaden
los obtenidos por el trabajo de campo, en el que se incluyen: entrevistas
personales a pastores y habitantes locales; itinerarios de muestreo, a pie y en
coche, para localizar indicios de lobos; y esperas y sesiones de aullidos
simulados para detectar camadas.
La presencia de lobo se confirma al
encontrarse por lo menos un indicio (excremento, rascadura, etc.) en las
cuadrículas UTM 10 x 10 km a lo largo de la región (2).
A diferencia de otros censos, la Junta
señala que en este último se estudiaron todas las cuadrículas, tuvieran o no
indicios de lobo, al contrario que en otras ocasiones, en las que sólo se
confirmaba en aquellas que tenían presencia previa. Cada itinerario se ha
rastreado dos veces durante la estación reproductora, dejando transcurrir un
lapso de, al menos, un mes entre el primer y segundo rastreo. En los lugares
donde se detectan acumulaciones de indicios, se realizan esperas o sesiones de
aullidos simulados, con el objetivo de ver a los cachorros u oírlos aullar.
Huella de lobo ibérico en Villar de la
Yegua observada por miembros de AOSNAT.
El censo contabiliza un total de 179
manadas (20% más con respecto al censo de 2001), 152 corresponden al norte del
río Duero y 27 al sur del Duero.
Se ha confirmado la reproducción en el
73% de las manadas determinadas. Se calcula que durante la época estival, hay
1.600 lobos en Castilla y León (4). Se ha estimado un aumento del 26% en el
área de distribución al sur del Duero, datos que indican que esta especie está
en disposición para avanzar hacia el sur en su área de distribución.
Alimentación
La dieta del lobo se encuentra
fuertemente condicionada por el alimento disponible en el área que habita y es
tan variada que comprende: carroña, ungulados forestales (ciervos y corzos) y
el ganado doméstico. Además, pueden acudir a los vertederos donde aparte de
buscar entre la basura, pueden capturar zorros y perros. Otros animales que
forman parte de su alimentación son: jabalíes, rebecos, pequeños y medianos
carnívoros (ginetas, gatos, comadrejas…) e, incluso, materia de origen vegetal
como arándanos, fresas, madroños, bellotas, moras…
La depredación sobre el ganado
doméstico, causa de gran controversia a cerca de la conservación del lobo, y
varía en función de los recursos alimentarios. Las bajas incidencias se dan en
zonas de baja densidad humana, donde existen buenas poblaciones de ungulados
salvajes, así como la existencia de muladares donde pueda alimentarse de
carroña.
Técnicas
de caza
El lobo es un carnívoro social, y
utiliza técnicas cooperativas de caza que le permiten acceder a presas de gran
tamaño, imposibles de obtener en solitario. Requieren una cohesión y comunicación
muy alta dentro de la manada, favorecidas por le estricta jerarquía existente
dentro del grupo.
Presentan diversas tácticas, la más
utilizada es la persecución a grupos de ungulados con el fin de aislar y abatir
a algún ejemplar joven, viejo o enfermo. El animal elegido será acorralado y
asediado por toda la manada. El macho dominante ataca de frente, mientras que
el resto lo hace por los laterales, buscando infringir heridas en el vientre
que debiliten al animal y aceleren el proceso. Una vez agotada a la presa, su
vida acabará con un mordisco en el cuello (3).
En otras ocasiones tratan de esperar a grupos de ungulados en
zonas donde el terreno forme un cuello de botella, para poder acorralarlos, o
dirigirlos hacia esa orografía.
Conservación
del lobo
La conservación del lobo es un campo en
el que se mezclan un sinfín de factores sociales, económicos, ecológicos y
emocionales. La recolonización de áreas ganaderas ocasiona conflictos, lo que
se traduce en que su conservación no es salvar a la especie, si no tratar de
gestionarla de manera adecuada.
En 1995 Fuller describió la “capacidad
cultural de carga del hábitat” como el número de lobos que la sociedad estaría
dispuesta a tolerar en un momento y lugar determinados.
Mientras que las indemnizaciones por
daños al ganado y las acciones de sensibilización aumentan la capacidad de
carga cultural del hábitat, las noticias sensacionalistas, el papel de los
sectores anticonservación y los grupos radicales ultraconservacionistas,
dificultan la aceptación del lobo en la sociedad con sus exageradas visiones y,
por tanto, disminuyen la capacidad de carga cultural agravando el conflicto.
“existen dos lobos, uno fantástico y
otro real. El primero es la suma de una infinidad de historias, leyendas,
cuentos, tradiciones, proyecciones de la fantasía (…) El segundo es Canis lupus
signatus, 1758, un animal de carne y hueso (…) que constituye el objeto de
estudio de la biología.” (Luigi Boitani, Dalla parte del lupo, 1986).
Bibliografía
(1) Vicente, J.L, Rodríguez, M., y
Palacios, J. Gestión del lobo ibérico en la reserva regional de caza “Sierra de
la Culebra” (Zamora), 2000, Galemys, 12:
181-199.
(2) Blanco, J.C y Cortés, Y. El lobo en
Castilla y León, 1997, Revista Biológica , 10.
(3) Arija, C.M., Biología y Conservación
del Lobo Ibérico: crónica de un conflicto, 2010, Revista electrónica de
Veterinaria, vol. 11, número 6: 1-18.
(4) http://www.comunicacion.jcyl.es/
Por
Victoria Romo.
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