Aprovechan la abundancia de agua que nos ha traído
esta primavera, algunos de los miembros de AOSNAT nos hemos acercado a observar
la floreciente cantidad de vida que se desarrolla en las charcas de las
dehesas. En concreto nos acercamos a la Laguna Grande en la localidad de
Tenebrón.
Vista general de la Laguna Grande (Tenebrón) |
Como estampa opuesta a la imagen que ofrecerán dentro
de unos pocos meses, la mayoría de las charcas que llenan las dehesas en estas
épocas rebosan de vida, una vida en su auge o apogeo como los ranúnculos que
medran en las partes menos profundas, o una vida que se esboza, como las
múltiples puestas de ranas (Pelophylax
perezi, Hyla arborea) y sapos (Bufo bufo, Bufo calamita) que en pocos días llenarán de
pequeños renacuajos las charcas.
Puesta de un anuro sin identificar, unido a la vegetación. |
Encontramos habitantes comunes como las cigüeñas blancas
(Ciconia ciconia) que se alimentan de
las descuidadas ranas, u otros habitantes no tan habituales, como los tryops (Tryops cancriformis), peculiares
artrópodos de aspecto que recuerdan a seres antediluvianos, y no engañan,
pues su apariencia apenas ha cambiado desde hace 220 millones de años.
Fotografía de un Tryops, en la que se aprecia su singular morfología |
En sus orillas encontramos las simpáticas ranitas de San
Antonio que saltan por la vegetación ribereña en busca de pequeños insectos. Algunas
de estas charcas, como es el caso, tienen entradas de agua donde los ranúnculos acuáticos forman
floridos tapices (Ranunculus aquatilis).
A
estos peculiares ecosistemas acuden animales de la dehesa tanto a beber como a
alimentarse como es el caso del alcaudón común (Lanius senator) que observamos atrapando un saltamontes de tamaño
considerable.
Y
aunque no es un animal asociado a ecosistemas acuáticos, en una de las laderas
cercanas orientadas al sur (solanas), donde el calor es más intenso y la
vegetación es densa, encontramos una población de eslizón tridáctilo (Chalcides striatus). Este lagarto,
mediante evolución convergente, ha ido cambiando su cuerpo hasta parecerse a
más a una serpiente que a un lagarto, aunque sus pequeñísimas patas le delatan.
Los rápido movimientos del eslizón tridáctilo entre la vegetación hacen que muchas veces pasen desapercibidos. |
Esperamos
que la entrada haya sido de vuestro agrado y os animamos a disfrutar de la
naturaleza.
Muy bonito para disfrutar un día de cielo azul contemplando la Sierra de Francia desde la altura, así como para disfrutar, a unos 100 metros de distancia, de la más pura dehesa salmantina.
ResponderEliminar