viernes, 15 de febrero de 2013

La encina (Quercus rotundifolia)

Artículo sobre flora publicado en el primer número de la revista Osnatur, La Revista Natural del Oeste Salmantino.
 http://issuu.com/aosnatoestesalmantinonatural/docs/osnatur_01-2013/1


La encina es un famoso árbol perennifolio y corpulento que puede llegar a alcanzar hasta 25 metros de altura con la corteza gris oscura agrietada. Sus hojas son gruesas, duras (esclerófilas en una palabra), elípticas u oblongas de borde entero las situadas a mayor altura del suelo y de borde dentado-espinoso las situadas más cerca del suelo para evitar ser ramoneadas por los animales. Tienen 5-8 pares de nervios secundarios, son obtusas, de color verde oscuro, lampiñas por el haz y gris verdoso-pubescentes por el envés. 

Es una especie monoica con flores masculinas en amentos colgantes de color amarillento. Las flores femeninas se disponen solitarias o en grupos de 2-3. Florece durante marzo, abril o mayo y su fruto es un glande (vulgarmente llamado bellota) de color marrón oscuro en la madurez con una cúpula de escamas tomentosas y aplicadas.

Hábitat y distribución

Se trata de una especie típicamente mediterránea, muy resistente y adaptable a multitud de situaciones, de ahí su amplia distribución en los dos tercios peninsulares de la España parda y su presencia, asimismo, en la cornisa cantábrica. Por su rusticidad, se aviene a condiciones climáticas muy variadas. Es especie xerófila y soporta un amplio rango de regímenes de temperatura, desde las litorales a las más continentales del interior de las submesetas, con inviernos duros y veranos cálidos. Por su versatilidad, coloniza franjas altitudes diversas, desde el nivel del mar hasta casi los 2000 m en algunas sierras meridionales. Prefiere tierras sustanciosas, sueltas y profundas, pero acepta sustratos mediocres y aún pobres. Presenta gran resistencia a la sequía y a la continentalidad, tolerando una gran sequedad del aire.
                                                              Vista de dehesa salmantina

Resiste fuertes calores y fríos, siendo las mínimas térmicas las que ponen tope a su expansión altitudinal
y septentrional.

En el oeste Salmantino esta especie es muy frecuente, tanto en áreas de dehesa limpias (principalmente para aprovechamiento del ganado porcino), combinadas con cultivos agrícolas de cereales (formando sistemas agroforestales) o en áreas más salvajes formando el típico bosque mediterráneo, acompañado de especies
de matorral como la jara pringosa, la escoba o la retama.

 Distribución de la encina en la Península Ibérica (Wikipedia)

Se extiende desde la zona sur desde las partes más bajas del área influenciada por la Sierra de Gata, en términos municipales de Martiago, Pastores, Herguijuela de Ciudad Rodrigo, Bodón o el propio municipio que lleva su nombre La Encina. Más hacia el norte ocupa prácticamente la totalidad de las dehesas de las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de Campo de Azaba y Campo de Argañán, los cuales también están declarados Lugares de Interés Comunitario (LIC).

Al norte del municipio de Ciudad Rodrigo aparece de forma significativa en la zona de Sierra de Camaces, además de en la mayoría de términos municipales. También es un árbol frecuente en el área de Siega Verde y en las laderas de las Arribes del Río Águeda.

Plagas y enfermedades

Cada año brotan y desaparecen millones de pies. La primera de las causas de mortandad de los pies de encina es la conocida como "seca de la encina", un síndrome multifactorial caracterizado por: hojas que amarillean y caen repentinamente; muerte de los renuevos; reacción con la emisión de numerosos brotes adventicios o chupones; y, finalmente, produce la necrosis de la raíz y la muerte. Se implican en esta grave y compleja patología algunas especies de hongos: Phytophtora cinnamomi, que causa la pudrición de las raíces, Hypoxylum mediterraneum, Diplodia, además de malas prácticas de manejo (podas mal practicadas, sin profilaxis adecuada o en épocas del año inadecuadas). 


Entre las plagas que afectan a la encina, su peor enemigo es la mariposa Tortrix viridana, que destruye los brotes nuevos y ha sido confirmada su presencia en casi todos los encinares de la Península Ibérica. Además puede padecer ataques de la acción taladradora de las larvas de los escarabajos longicornes pertenecientes a la familia Cerambicidae. Una de la especies más destacadas que representan esta familia, el Cerambyx cerdo, curiosamente también se encuentra protegido.

Usos y aprovechamientos

El geógrafo griego Estrabón escribió que en la antigüedad los pueblos ibéricos molían las bellotas para fabricar harina con la que elaboraban pan. Todavía en el siglo XIX Máximo Laguna comentaba la importancia de la bellota en la alimentación humana invernal en ciertas sierras extremeñas y castellanas (pan de bellota).
                                                         Cerdos ibéricos en dehesa.

La bellota es rica en glúcidos y grasas; al contratar la montanera se incluye el consumo del pasto herbáceo, que es rico en proteínas y vitaminas, dando el conjunto una alimentación muy completa. Nuestros más estimados embutidos ibéricos típicos (chorizo, salchichón y “caña” de lomo) y la mayor producción de jamón proceden de regiones con buenos encinares de montanera, que da especial calidad a los productos del cerdo. La mayor aceptación se alcanza por los de Jabugo (Huelva) y Guijuelo (Salamanca). 

La madera de encina es muy densa y compacta, muy homogénea. Es muy buena para herramientas diversas y para lanzaderas, fue muy apreciada en carretería (ruedas y ejes de carro). Actualmente se utiliza para leñas. Además es la madera y leña que más se ha empleado en España para carboneo, dando un producto de primera calidad, al que se ha dado el máximo aprecio. La corteza cuenta con gran cantidad de taninos, por lo que es muy apreciada en las tenerías para curtir el cuero (especialmente utilizada en Marruecos), y junto con las hojas y bellotas machacadas se prepara un cocimiento que resulta ser astringente y útil para desinfectar heridas.

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